Friday 11 March 2011

Pridefully raised by videogames

Si leen este blog seguro no ha escapado su atención que soy muy geek. Eso no es un secreto. Otras cosas menos sabidas son que soy comunicóloga y que me encantan las palabras, lo que significan o no significan lo que dices sólo por usarlas o no hacerlo. Así que a veces me fijo en estas cosas, y no sólo me fijo si no que las estudio y las revuelvo hasta que adquieren significado que – ocasionalmente – no tienen.

¿Se han fijado cómo cuando estás contándole a alguien más acerca de un videojuego que jugaste, nunca dices Link saltó con Epona sobre la puerta del rancho, sino (Yo) salté con Epona sobre la puerta del rancho?

Desde luego, en términos prácticos lo único que hiciste fue empujar el analog stick hacia adelante y presionar el botón A con cierta cantidad de precisión hasta que tu personaje (presuntamente llamado Link) montado sobre una yegua llamada Epona saltó sobre una cerca en un rancho. Todo esto virtualmente. Realmente ni siquiera te moviste del sillón.

Pero en tu mente, y con tus palabras, todo esto es real. Realmente saltaste esa cerca, y quizá hasta sientas afecto por ese caballo (I do).

Esto es lo que llamamos suspensión de la realidad, sin duda. Cuando crees algo tanto que se convierte en realidad a través de tus palabras.

¿No les parece que esto sólo sucede en los videojuegos? Cuando lees un libro o ves una película, aunque por momentos creas que esos personajes y esas acciones son reales, nunca hay un desvanecimiento de esos límites. Sus aventuras nunca se vuelven tus aventuras. Por más geniales que sean.

Este desvanecimiento de los límites es particularmente interesante cuando el juego se parece a la realidad. Cuando voy y le digo a mi hermano maté a 32 Blue Suns con mi rifle, mi hermano no realmente cree que lo haya hecho, desde luego. Pero cuando le digo hoy compré una televisión y planté un árbol, bueno, las cosas se complican. Recuerdo que esto pasaba frecuentemente cuando jugaba Animal Crossing de manera diaria. Podíamos tener conversaciones enteras sin que ni uno ni otro supiera de verdad de qué iba la conversación. Frecuentemente terminaban con “Ah, hablas de Animal Crossing”.

 

Aparte pero relacionado marginalmente, el otro día leí, o inventé, que el autor de Scott Pilgrim había pedido a Nintendo los derechos del tema principal de The Legend of Zelda para la película, diciendo que esa canción era la canción de cuna de su (nuestra) generación. (Nintendo le dio permiso). Yo creo que incluso va más allá de eso. Zelda, Mario, Sonic, gorram Crash Bandicoot para algunos, seguro, se convirtieron no sólo en nuestras canciones de cuna, si no en nuestros cuentos de hadas, fábulas y aventuras. Tan parte de nuestra infancia y de nuestras influencias como MIckey Mouse lo fue en su momento para nuestros padres, sin duda.

Case in point, recuerdo la primera vez que jugué Pokemon, pero no la primera vez que vi La Bella y la Bestia. Y aún me sé todos los secretos del primer Zelda (para sorpresa, incluso, mía) pero no la líneas de Blanca Nieves, for instance. Raised by videogames – not a bad thing at all. Worked for me.

1 comment:

  1. aww, mi pequeña geek.
    creo, además que el hecho que no recuerdes blancanieves, pero sí los secretos de Zelda es que... como dices, en los videojuegos las aventuras se vuelven tuyas. So, sería como no recordar un pedacito de tu vida. Además, creo que es más fácil (para algunos, y seguro para muchos gamers es así) acordarte de cosas, cuando hay una combinación de botones de por medio. Se utilizan más sentidos, no es sólo vista y oído, sino también tacto. Más sentidos:mayor recordación.

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